Palabra tan desvastada, tan manoseada a través de los tiempos que casi no se toma en cuenta. Pero en 1982 unos pibes demostraron que no sólo existe esa palabra, sino que también se siente en lo más profundo del alma.
Mientras que la gran mayoría de los habitantes agitaba banderas argentinas ante un mundial de fútbol, hubo muchachos que se entregaron a defender al país nada menos que con su propia vida. Algunos con nada más que una bala en su fusil. Otros siendo víctimas de la crueldad genocida de algunos bastardos disfrazados de militares con rango.
Estos hombres hoy día, cuando suena la marcha de las malvinas, o el Himno Nacional, tienen la mirada lejana, con ojos brillosos y un corazón palpitante.
Durante el año son poco menos que olvidados. Los medios los sacan a relucir para ésta fecha y después... bueno, nada.
Pero ellos saben, en esta era de inmediatez y estupidez, que son los héroes y valerosos soldados que, como si fuera otra época, ofrecieron su vida en pos de la Soberanía de nuestra bendita Nación.
Mi homenaje valerososs soldados.
Viva la Patria.
Mario Horacio Abeijón
