miércoles, 8 de enero de 2014

HAMBRE DE PAN... DE VERDAD Y DE RESPETO

El amigo Jorge Malla nos hace llegar, a través de un correo, ésta interesante nota enviada por el Grupo de Reflexión Rural:
> HAMBRE DE PAN… DE VERDAD Y DE RESPETO
> Respaldamos absolutamente al Papa Francisco en
> cuanto a que, resulta inmoral e inadmisible, que haya quienes sufran hambre. Estamos
> convencidos de que el hambre en el mundo es un flagelo provocado por el
> capitalismo globalizado, tanto como por la codicia humana, y creemos como
> tantas personas preocupadas por esta situación, que debemos esforzarnos para que
> pueda ser erradicado. Compartimos, asimismo, de modo vehemente sus conceptos emitidos
> en la jornada por la paz mundial:
> “En particular, el sector agrícola es el sector
> primario de producción con la vocación vital de cultivar y proteger los
> recursos naturales para alimentar a la humanidad. A este respecto, la
> persistente vergüenza del hambre en el mundo me lleva a compartir con ustedes
> la pregunta: ¿cómo usamos los recursos de la tierra? Las sociedades actuales


> deberían reflexionar sobre la jerarquía en las prioridades a las que se destina
> la producción. De hecho, es un deber de obligado cumplimiento que se utilicen los
> recursos de la tierra de modo que nadie pase hambre. Las iniciativas y las
> soluciones posibles son muchas y no se limitan al aumento de la producción. Es
> de sobra sabido que la producción actual es suficiente y, sin embargo, millones
> de personas sufren y mueren de hambre, y eso constituye un verdadero escándalo.
> Es necesario encontrar los modos para que todos se puedan beneficiar de los
> frutos de la tierra, no sólo para evitar que se amplíe la brecha entre quien
> más tiene y quien se tiene que conformar con las migajas, sino también, y sobre
> todo, por una exigencia de justicia, de equidad y de respeto hacia el ser
> humano. En este sentido, quisiera recordar a todos el necesario destino
> universal de los bienes, que es uno de los principios clave de la doctrina
> social de la Iglesia. Respetar este principio es la condición esencial
> para posibilitar un efectivo y justo acceso a los bienes básicos y primarios
> que todo hombre necesita y a los que tiene derecho”.
> Como grupo humano y activista movido  por fuertes motivaciones sociales y
> especialmente morales, como Grupo de Reflexión Rural de la República Argentina
> que se propone generar nuevos pensamientos, proponemos que la Iglesia, y particularmente
> el Vaticano, establezca los debates necesarios acerca de cómo combatir el
> hambre en el mundo a partir del pensamiento inspirado de Francisco, pero
> recomendaríamos que esos debates sean encarados a partir de análisis críticos
> sobre las causas sistémicas que lo generan, y que se eviten las miradas urbanas
> y superficiales, cuando no meramente académicas, que son las que pareciera, suelen
> primar cada vez que el tema sale a debate.
> Comencemos reconociendo que, en el mundo globalizado,
> los alimentos que el hombre necesita para vivir y desarrollarse han devenido en
> francas mercancías. Su producción y comercialización corresponden cada vez más,
> a gigantescas empresas guiadas tan sólo por el lucro y la ganancia que han
> terminado apoderándose de la mesa familiar y de todo lo que comemos.  La antigua capacidad de cada uno de

proveer a
> su propia alimentación ha sido gradualmente reemplazada por entidades e
> instituciones encargadas de “dar de
> comer”. Así, de esa manera, lo que en el mandato bíblico pudo ser una
> situación absolutamente excepcional, se ha convertido en atribuciones propias del
> mercado, cuando no también, de los mismos gobernantes que utilizan esta
> capacidad del Estado de dar de comer para generar políticas que asistencializan
> e invalidan a los necesitados y  les
> expropian el poder que tuvieran alguna vez, cuando fueron autónomos en proveer
> a su propia alimentación o a una parte significativa de ella.
> Esos alimentos mercancías son hoy gracias a las
> empresas corporativas que guían los mercados, objetos de procesos de escala
> gigantesca.  A la producción masiva de
> animales en encierro, sometidos a una crueldad funcional inaudita, se le suma
> la alimentación con balanceados industriales y el uso intensivo de fármacos,
> hormonas y antibióticos de todo tipo, de tal manera que, más que alimentarnos
> terminan enfermando a quiénes los consumen. Lo mismo ocurre con los cereales,
> con las legumbres y en general con todos los frutos de la tierra producidos ahora,
> en escala industrial y abrumadora mediante  brutales procesos de agriculturización que
> deterioran y envenenan los suelos con ingentes cantidades de agrotóxicos. Este
> sistema es guiado por visiones cada vez más tecnocráticas, con fertilizantes
> químicos y semillas genéticamente modificadas. Que el hambre en el mundo no vuelva
> a ser excusa para alimentar nuevamente desde estrados académico religiosos el
> hambre insaciable de ganancias de los nuevos poderes corporativos
> Biotecnológicos…
> Creemos, asimismo, que no es propicio abordar
> el tema del hambre comenzando con ilustraciones sobre las nefastas
> consecuencias del consumo desproporcionado de comida en algunos lugares del
> Planeta en que la norma sería la disipación y el desenfreno. Esa mirada a fuer
> de sesgada y urbana, pone siempre el énfasis en el desperdicio en destino e
> ignora o invisibiliza los modos de producir y los desperdicios en origen. Y con
> esto nos referimos a la ruralidad en desmedro de cosmovisiones urbano fabriles
> cada vez más hegemónicas. Una perspectiva semejante basada en los desperdicios,
> más allá de que aquellas situaciones de hiperconsumismo impliquen explícitas
> profanaciones y desprecio por los seres humanos y por el trabajo del hombre en
> general, podrían colaborar a sugerir soluciones a partir de mejores distribuciones de las mercancías
> producidas por los grandes conglomerados corporativos. Estamos convencidos de que
> esa mejor distribución, aún de poderse lograr, tampoco solucionaría el problema
> del hambre y de la desnutrición que enfrenta la humanidad. El crimen del mundo
> globalizado es la  industrialización
> masiva de alimentos, su creciente encarecimiento, el que obligue a la ingesta
> inexorable de comida chatarra, el que conduzca a la apropiación de las materias
> primas y de los territorios, al uso generalizado de publicidad y de packaging
> suntuario, y al concepto de valor agregado, cuando en definitiva, lo que se
> agrega son solamente costos y precios por gastos de energía y enormes traslados
> que, al fin y al cabo, sólo garantizan la monopolización de la producción de
> alimentos en manos de la agroindustria, pero nunca una mayor calidad
> nutricional ni ecológica.
> Por todo ello, pensamos que será consecuente
> con nuestras creencias religiosas y o sociales, tanto como con nuestros
> intereses de poder comer alimentos sanos y nutritivos, si en el debate de la Iglesia, y de Caritas
> particularmente, se encara a los alimentos como productos de la Cultura, frutos del
> trabajo y de la correspondencia humana con el mundo natural que, en definitiva,
> refiere al milagro de la Creación. Así entendido, salta a la luz que hasta aquellos
> que tienen más dinero para consumir e inclusive, que pueden permitirse desaprovechar
> los alimentos que compran en exceso, guiándose por las publicidades y el afán
> de consumir y que eligen por las marcas aquellos alimentos industrializados que
> proveen los supermercados suelen sufrir, también, las epidemias modernas propias
> del consumismo y de la ingesta de comida chatarra.  Nos parece importante enfatizar que las
> miradas que se aferran a las consecuencias inmediatas  y que desconocen las causas profundas del
> hambre en el mundo, como aquellas otras que se engañan creyendo que la
> incorporación de tecnologías que prometen aumentar al infinito las actuales producciones,
>  podrían resolver el problema, resultan ser, a corto plazo, absolutamente
> funcionales al sistema implantado y no hacen sino agravar la situación de aguda
> desprotección y vulnerabilidad alimentaria en que permanece sumergida gran
> parte de la población del Planeta.
> Recordemos el modo en que Caritas Argentina
> respondió a la angustiante hambruna vivida en el país a partir de la debacle
> económica de finales del año 2001. Luego del saqueo de los supermercados, y
> cuando el hambre era un fantasma que recorría  insomne las periferias urbanas de indigencia, en los comedores de
> Caritas Argentina se distribuía como alimento para los pobres y desesperados la
> misma soja transgénica que se exportaba para los cerdos de China y de Europa. ¡Qué
> paradoja tan siniestra aquella! Esa misma soja que necesitada de territorios
> vacíos, que forzó los desplazamientos indígenas y campesinos, que contribuyó a
> su pobreza, a su hambre y a su dependencia de políticas asistenciales, se
> distribuía entonces entre ellos, como único alimento… Y se distribuyó, además,
> de manera porfiada por años y bajo justificaciones caritativas, pese a que
> públicamente numerosas voces incluso oficiales, denunciaran la indiscutida peligrosidad
> de la ingesta de Soja, especialmente por parte de menores, de embarazadas, de
> ancianos y de sujetos con defensas disminuidas, como los enfermos.
> Esas bolsas de soja  GM las donaban los productores agrarios para
> apagar las llamas del desorden social, pero ocurría que, era la misma soja
> causante de la catástrofe que se vivía, tanto del desempleo masivo en la
> agricultura, cuanto del despoblamiento de enormes sectores rurales obligados a
> emigrar a los cordones urbanos de extrema pobreza.  Ese daño no solo no ha sido revisado, sino
> que permanece en la oscuridad de lo que no se menciona, de lo que se prefiere
> olvidar... Pero no es barriendo bajo la alfombra lo que nos  avergüenza el modo en que podremos aportar a
> resolver el hambre en el mundo. Todo lo contrario, el silencio sobre aquellas
> actividades benéficas que daban por cierto que los OGM podrían ser una comida
> válida para los pobres y hambrientos de la Argentina en estado de emergencia, se encuentra
> avalada  todavía por prominentes miembros
> de las Academias Pontificias que, lamentablemente, están convencidos, pese a
> las repetidas evidencias de lo contrario, de que  las propuestas de la ciencia empresarial y de
> las Corporaciones Biotecnológicas, podrían resolver los problemas alimentarios
> de la Humanidad.
> Para aclarar nuestra reflexión sobre cómo encarar
> el debate del hambre, proponemos indagar críticamente al libre comercio y a la
> creciente especulación financiera sobre el precio de los alimentos, así como a la
> aparición de fondos buitres en las Bolsas de Cereales y comodities,  que
> desvirtúan terriblemente el poder de compra de los países periféricos.
> Deberíamos considerar los riesgos a que nos someten las Corporaciones
> Biotecnológicas con los OGM nunca suficientemente investigados. Nos debemos un debate acerca de  la actual
> agricultura química adicta al derroche
> de agua y de petróleo, al patentamiento de las semillas, al acaparamiento
> empresarial de tierras o landgrabbing,   la especulación de mercado y al rol de las instituciones transnacionales
> como las causas del hambre y de otras tales como el éxodo a las periferias
> urbanas y la megalopolización compulsiva del planeta.  No quedan fuera de estas consecuencias, el
> tráfico de seres humanos, las epidemias de obesidad y otras enfermedades propias
> del llamado Progreso, la aceptación generalizada de la explotación humana sobre
> otros humanos y el imperio de la diversidad sobre la certeza de cuanto nos es
> común como seres humanos. Y para concluir esta penosa lista de situaciones atroces
> y como si no bastara con lo expuesto, se suma el Cambio Climático y la
> devastación creciente de la Naturaleza por parte de las Corporaciones transnacionales...
> Debemos volver a sistemas de agricultura natural, debemos revisar de
> manera radical los criterios de urbanización así como contemplar el retorno de
> las sociedades a una necesaria ruralidad como camino para la recuperación de lo
> humano con arraigo a la tierra, a una Cultura con mayúscula y a  la producción de alimentos sanos. Necesitamos

repoblar
> los campos con familias y multiplicar los mercados de cercanías, mercados dónde
> no exista un  descarte que no sea inmediatamente
> reciclado de manera ecológica, mercados a granel y sin packaging, y en un mundo
> dónde el petróleo se termina o encarece, sin cadenas de frío, largos costosos
> transportes, ni mayores gastos energéticos. Necesitamos que cada ser humano
> recupere su capacidad e inventiva para producir al menos una parte mínima de lo
> que consume, que podamos recuperar los patrimonios culturales, tanto como las
> antiguas  tradiciones culinarias y las
> especies alimentarias autóctonas, que podamos rescatar los herbarios
> medicinales y las semillas locales. Debemos lograr que la Agricultura y los
> alimentos salgan de la OMC.
> y dejen de ser mercancías para la especulación... Alguna vez San
> Pablo expresó: “Que por eso naciste desnudo y con dos
> manos para que cubras tu desnudez con el trabajo de tus manos y te procures la
> comida con tu inventiva eficaz. El trabajo será también tu baluarte”.
>
> Vivimos horas decisivas para
> la humanidad. Los Cambios Climáticos producidos por el afán inagotable de poder
> y de ganancias, la creciente contaminación, las crisis financieras y las
> guerras multiplican cada día, las amenazas globales. No tendremos
> demasiadas  oportunidades de modificar
> nuestras prácticas erróneas, ya que los procesos ecológicos que nos sostienen
> como humanidad amenazan con escapar a toda posibilidad de ser encauzados. No
> debemos entonces, volver a equivocarnos. El mundo confía en que la autoridad
> moral de los líderes religiosos ponga freno a esas amenazas y abra nuevos
> horizontes de esperanza para una humanidad angustiada, no solamente por el
> hambre de alimentos, sino también por la necesidad de arraigo y de vivir en
> comunidad.  No la defraudemos.
>
>
> GRR Grupo de Reflexión Rural
> 6 de Enero de 2014 Buenos Aires Argentina